
















LANCHA LLEVANDO PRÁCTICOS A BARCOS
CRUCE DEL CANAL.
Ya hemos cruzad el Canal y ahora estoy dentro del barco que está amarrado en un pantalán del puerto Flamenco, cerca de la ciudad de Panamá. Nada que ver este puerto con el dejado atrás. Aquí hay mucho mas movimiento y está lleno de yates de pesca. Hay varios bares y restaurantes, tiendas y demás servicios. Espero que la estancia que será de seis días se haga mas soportable.
Debo decir que el cruce del canal ha cubierto con creces mis expectativas, no solo por lo bonito y ameno que ha sido, si no también por lo trascendente que es este hecho tan especial de pasar del Atlántico al Pacífico. Es apasionante darte cuenta que no solo pasas de un Océano a otro, si no que además al pasar por debajo del puente de las dos Americas, estás en el punto donde se dividen estos dos continentes.
Bueno, ahora voy a intentar relatar como a acontecido esta fascinante travesía. No me voy a extender mucho sobre las características, historia y demás detalles del canal, ya que pienso escribir posteriormente un artículo en el que colgaré muchas fotos, donde hable exclusivamente de todos esos temas.
La travesía empezó como estaba programada pero a la hora Caribeña, o sea con una hora de retraso. Nosotros partimos del puerto hacia un punto de encuentro cerca dela entrada al Canal, donde estuvimos esperando que una barcaza nos acercara al práctico que nos iba a acompañar durante todo el trayecto. Así fue que con la sabida hora de retraso, se incorporó a nuestra tripulación Larry Mirones, un chico joven y muy simpático que nos iba a guiar hasta nuestro destino. Como además este chico está bien instruido sobre todo lo concerniente al Canal, durante la larga travesía (dos días y una noche), tuve tiempo de aprender muchas cosas, y es por lo que después de esta noticia, pienso escribir otra exclusiva donde solo hablaré del Canal.
Una vez estuvo nuestro práctico a bordo, nos dirigimos hacia el Canal, y como no sabíamos si tendríamos tiempo de cenar mas tarde, decidimos hacerlo en este momento. A nuestro invitado le gustó mucho el jamón y la sabrosa tortilla de patatas que Paco había preparado anteriormente para la ocasión. Cuando ya estábamos bastante cerca, dio la orden de aproximarnos a catamarán que iba a ir al centro del grupo de tres barcos formado por este, el velero Gran Ban, y el Kalliope. Nosotros éramos el tercer grupo de un total de cinco que se hicieron para cruzar así en caravana. En cada barco había un práctico y, además en el primer grupo un jefe. Los seis conjuntos coordinados vía radio, nos encaminamos a las esclusas y una vez dentro pasamos los largos cabos que nos habían anteriormente proporcionado, a unos operarios, que a pié, nos fueron siguiendo a lo largo de estas. Una vez colocado cada grupo en el lugar indicado por los prácticos, los operarios amarraron los cabo en los norays que les iban ordenando. Nuestra misión consistía en mantenerlos tensos, de forma que los barcos no se aproximaran demasiado ni a los lados, ni al grupo que nos precedía. Así fuimos pasando las tres esclusas hasta llegar al gran lago Gatún que es el que alimenta de agua a estas enormes piscinas que se forman cuando se cierran las compuertas y llenan las esclusas.
Una vez dentro del lago, soltamos las amarras que unían los barcos en cada grupo, y ya libres nos dirigimos a unas grandes boyas donde nos amarramos para fondear, a las que se aproximó una gran lancha que recogió a Larry. Así nos despedimos de él, quedando citados para las cinco de la madrugada del siguiente día.
Por la mañana, con la correspondiente hora de retraso, la lancha de transporte nos depositó a nuestro amigo, y todos los barcos en fila india emprendimos a motor la larga travesía del lago, que duraría casi cuatro horas.
La singladura ha sido de una gran belleza, con una mañana brumosa que hacía que las verdes orillas del lago y las múltiples islitas tuvieran ese toque de misterio que hace mas intensa la aventura.
Ya hemos cruzad el Canal y ahora estoy dentro del barco que está amarrado en un pantalán del puerto Flamenco, cerca de la ciudad de Panamá. Nada que ver este puerto con el dejado atrás. Aquí hay mucho mas movimiento y está lleno de yates de pesca. Hay varios bares y restaurantes, tiendas y demás servicios. Espero que la estancia que será de seis días se haga mas soportable.
Debo decir que el cruce del canal ha cubierto con creces mis expectativas, no solo por lo bonito y ameno que ha sido, si no también por lo trascendente que es este hecho tan especial de pasar del Atlántico al Pacífico. Es apasionante darte cuenta que no solo pasas de un Océano a otro, si no que además al pasar por debajo del puente de las dos Americas, estás en el punto donde se dividen estos dos continentes.
Bueno, ahora voy a intentar relatar como a acontecido esta fascinante travesía. No me voy a extender mucho sobre las características, historia y demás detalles del canal, ya que pienso escribir posteriormente un artículo en el que colgaré muchas fotos, donde hable exclusivamente de todos esos temas.
La travesía empezó como estaba programada pero a la hora Caribeña, o sea con una hora de retraso. Nosotros partimos del puerto hacia un punto de encuentro cerca dela entrada al Canal, donde estuvimos esperando que una barcaza nos acercara al práctico que nos iba a acompañar durante todo el trayecto. Así fue que con la sabida hora de retraso, se incorporó a nuestra tripulación Larry Mirones, un chico joven y muy simpático que nos iba a guiar hasta nuestro destino. Como además este chico está bien instruido sobre todo lo concerniente al Canal, durante la larga travesía (dos días y una noche), tuve tiempo de aprender muchas cosas, y es por lo que después de esta noticia, pienso escribir otra exclusiva donde solo hablaré del Canal.
Una vez estuvo nuestro práctico a bordo, nos dirigimos hacia el Canal, y como no sabíamos si tendríamos tiempo de cenar mas tarde, decidimos hacerlo en este momento. A nuestro invitado le gustó mucho el jamón y la sabrosa tortilla de patatas que Paco había preparado anteriormente para la ocasión. Cuando ya estábamos bastante cerca, dio la orden de aproximarnos a catamarán que iba a ir al centro del grupo de tres barcos formado por este, el velero Gran Ban, y el Kalliope. Nosotros éramos el tercer grupo de un total de cinco que se hicieron para cruzar así en caravana. En cada barco había un práctico y, además en el primer grupo un jefe. Los seis conjuntos coordinados vía radio, nos encaminamos a las esclusas y una vez dentro pasamos los largos cabos que nos habían anteriormente proporcionado, a unos operarios, que a pié, nos fueron siguiendo a lo largo de estas. Una vez colocado cada grupo en el lugar indicado por los prácticos, los operarios amarraron los cabo en los norays que les iban ordenando. Nuestra misión consistía en mantenerlos tensos, de forma que los barcos no se aproximaran demasiado ni a los lados, ni al grupo que nos precedía. Así fuimos pasando las tres esclusas hasta llegar al gran lago Gatún que es el que alimenta de agua a estas enormes piscinas que se forman cuando se cierran las compuertas y llenan las esclusas.
Una vez dentro del lago, soltamos las amarras que unían los barcos en cada grupo, y ya libres nos dirigimos a unas grandes boyas donde nos amarramos para fondear, a las que se aproximó una gran lancha que recogió a Larry. Así nos despedimos de él, quedando citados para las cinco de la madrugada del siguiente día.
Por la mañana, con la correspondiente hora de retraso, la lancha de transporte nos depositó a nuestro amigo, y todos los barcos en fila india emprendimos a motor la larga travesía del lago, que duraría casi cuatro horas.
La singladura ha sido de una gran belleza, con una mañana brumosa que hacía que las verdes orillas del lago y las múltiples islitas tuvieran ese toque de misterio que hace mas intensa la aventura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario