

DÍA TERCERO (24-11)
Me despierto ya con el sol bastante alto en el horizonte y los sonidos de los platos, que acompañados por el aroma del café, me indican que el desayuno está servido. Bajo al camarote, y después de quitarme las ropas de abrigo para la noche, entrar en el cuarto de baño para hacerme de nuevo la cola (no se si ha sido buena idea lo de la cola), y lavarme los dientes, paso al salón donde me zampo un par de tostadas con aceite, tomate y jamón regadas con buen café. (hoy el café ha sido mejor ya que lo a preparado Víctor con café de verdad).
Me despierto ya con el sol bastante alto en el horizonte y los sonidos de los platos, que acompañados por el aroma del café, me indican que el desayuno está servido. Bajo al camarote, y después de quitarme las ropas de abrigo para la noche, entrar en el cuarto de baño para hacerme de nuevo la cola (no se si ha sido buena idea lo de la cola), y lavarme los dientes, paso al salón donde me zampo un par de tostadas con aceite, tomate y jamón regadas con buen café. (hoy el café ha sido mejor ya que lo a preparado Víctor con café de verdad).
Bien desayunado subo a la bañera (este es el hueco en la popa donde están los asientos y donde se hace la vida de diario), y saco las cañas y demás avíos de pesca.
Una vez lanzadas las cañas con sus respectivos señuelos, me vuelvo a instalar confortablemente en mi banco y empezar a pensar que esto de navegar no está tan mal. El sol luce espléndido, un agradable viento de 18 – 20 nudos empuja suavemente a nuestro Kalliope, que se desliza por encima de las moderadas olas a mas de ocho nudos, y yo mecido por el mar, dorado por el sol, oyendo el chasquido de las olas chocando contra el casco (Ese no es el de la moto. Se llama así al barco en sí. A lo que va por fuera dentro del agua. “cada vez sé mas cosas” ) y el aire refrescándome el cuerpo, disfruto de los placeres de la navegación a vela. ¡Definitivamente ; esto no está tan mal!.
Tal es mi espíritu y el océano tan clemente, que decido que es ya hora de asearme un poco, pues no me ducho desde el día anterior a la salida en Las Palmas.
Aprovecho la ducha para lavar los calcetines que me puse con la intención de evitar el mal olor a pies, que me provocan estos zapatos náuticos de goma que compré en Mallorca, y que lo único que he conseguido, es acumular el mal olor ellos.
O sea, que la ducha ha debido de sentar tan bien a los demás tripulantes, como a mi mismo. Para mejorar el lavado, tuve la “feliz idea” de amarrar los calcetines con un cabo (no es un militar de baja graduación. Es que los marineros tienen prohibido llamar a las cuerdas por su nombre, y en el barco pasan a cambiar de sexo y a ser militarizadas). Digo “feliz idea”, porque lo de hacer nudos marineros no es mi suerte. Así es, que temiendo a ser criticado por atar el cabo con un corriente y vulgar nudo, intenté hacerlo con un muy marinero as de guía. Resultado ; que se soltó el cabo y perdí no solo los calcetines, si no un estupendo cabo unido a un grillete.
Pepe que el pasado día, no ha estado muy allá, se ha levantado tarde y parece que ya se encuentra mucho mejor. Me alegro mucho ; no solo por su salud ya que me preocupo por el, si no también porque sé que es el único capaz de prepararnos una buena comida. Quitando al capitán, pienso que es el miembro mas importante de esta travesía.
Las dudas sobre los últimos tripulantes, a los que no conocía antes de verlos en Las Palmas, se van disipando. Me parecen unos chicos estupendos, y Víctor me recuerda mucho a mi hijo Carlos, que además de tener su misma edad, se le parece algo físicamente.
Por la tarde, después de almorzar una buena ensalada seguida de solomillo en salsa de almendras, ocurrieron bastante cosas.
La primera es que pescamos dos dorados y se escaparon tres mas. Pepe los limpió y peló en el mismo instante de sacarlos del agua, y los congeló enseguida esperando a ser guisados al horno.
Después vinieron los incidentes con las velas : Primero, como el viento fue bajando hasta los 15 nudos, Emilio decide quitar el génova y sacar el genaker enrollable. Al principio la maniobra se fue desarrollando con normalidad, pero al intentar corregir la posición del mmolinete en el stay, (para los neófitos ; el cable que partiendo de la cima del palo mayor, lo sujeta al proa del barco. Hay otro que llaman backstay que sujeta el palo a la popa), el viento abrió de golpe la vela, que además se lió sobre si misma y no podíamos bajarla. Al final lo conseguimos introduciéndola en el pozo de velas. (es una bodega situada cerca de la proa donde se guardan las diferentes velas) Al intentar ayudar a Javier, las escotas se enredaron alrededor de mis piernas. Las cuerdas, (perdón por decir la palabra cuerda en un barco), zarandeadas por la vela debido a la fuerza del viento, me produjeron dos quemaduras. Tengo que reconocer que me asusté, pues pensé que me iban a arrastras hacia el agua. Afortunadamente todo quedó en un susto, y unas leves quemaduras que Emilio me curó con Povidona.
Bueno pues ya está, pensamos todos cuando el capitán, quitándole hierro al asunto propone que saquemos el segundo genaker. “El día no estaba con nosotros”. Nada mas habíamos conseguido izar esta segunda vela con aparente éxito, que la escota de babor (nombre dado al lado izquierdo del barco mirando hacia la proa. El lado derecho se llama estribor. Lo que lo hace mas lioso ya que a los no marineros nos suena mejor el nombre de babor para la derecha y el siniestro estribor para la izquierda.) (Esto me recuerda a aquella alumna que tuve en mis tiempos de profesor de auto-escuela, que después de estar mas de una hora intentando explicarle como se podía conducir el coche en marcha atrás, de pronto se paró y me dijo lo siguiente ; ya sé ; esto es al revés de como debe de ser pero al revés de cómo yo lo pienso.). Esta frase que en aquel momento me dejó perplejo, hasta este momento no ha empezado a tener significado para mi. “ahora ya te comprendo Magdalena”). Bueno, como os iba diciendo, la dichosa escota se soltó, Javier luchó para intentar recuperarla, cosa que consigue minutos mas tarde, pero con la mala suerte que se enreda con la vela. Menos mal que conseguimos arriarla (bajarla está prohibido decirlo en el barco) antes de que se enredara con el stay, lo que hubiera supuesto una avería mucho mayor. Definitivamente, este no es nuestro día.
De todas formas no pasa nada, ya que al rato estamos de nuevo navegando con el génova a unos 7 nudos., el tiempo es espléndido, hay pocas olas, y llega la hora de la cena. Ahí mi Pepe se luce. Nos regala el pico con una magnifica tortilla de patatas seguida de solomillo a las almendras y queso.
Paso la noche en mi banco bajo un precioso cielo lleno de estrellas, respirando la paz que ofrece este océano, cuando como este día, ronronea cariñosamente debajo de nuestro barco.
Una vez lanzadas las cañas con sus respectivos señuelos, me vuelvo a instalar confortablemente en mi banco y empezar a pensar que esto de navegar no está tan mal. El sol luce espléndido, un agradable viento de 18 – 20 nudos empuja suavemente a nuestro Kalliope, que se desliza por encima de las moderadas olas a mas de ocho nudos, y yo mecido por el mar, dorado por el sol, oyendo el chasquido de las olas chocando contra el casco (Ese no es el de la moto. Se llama así al barco en sí. A lo que va por fuera dentro del agua. “cada vez sé mas cosas” ) y el aire refrescándome el cuerpo, disfruto de los placeres de la navegación a vela. ¡Definitivamente ; esto no está tan mal!.
Tal es mi espíritu y el océano tan clemente, que decido que es ya hora de asearme un poco, pues no me ducho desde el día anterior a la salida en Las Palmas.
Aprovecho la ducha para lavar los calcetines que me puse con la intención de evitar el mal olor a pies, que me provocan estos zapatos náuticos de goma que compré en Mallorca, y que lo único que he conseguido, es acumular el mal olor ellos.
O sea, que la ducha ha debido de sentar tan bien a los demás tripulantes, como a mi mismo. Para mejorar el lavado, tuve la “feliz idea” de amarrar los calcetines con un cabo (no es un militar de baja graduación. Es que los marineros tienen prohibido llamar a las cuerdas por su nombre, y en el barco pasan a cambiar de sexo y a ser militarizadas). Digo “feliz idea”, porque lo de hacer nudos marineros no es mi suerte. Así es, que temiendo a ser criticado por atar el cabo con un corriente y vulgar nudo, intenté hacerlo con un muy marinero as de guía. Resultado ; que se soltó el cabo y perdí no solo los calcetines, si no un estupendo cabo unido a un grillete.
Pepe que el pasado día, no ha estado muy allá, se ha levantado tarde y parece que ya se encuentra mucho mejor. Me alegro mucho ; no solo por su salud ya que me preocupo por el, si no también porque sé que es el único capaz de prepararnos una buena comida. Quitando al capitán, pienso que es el miembro mas importante de esta travesía.
Las dudas sobre los últimos tripulantes, a los que no conocía antes de verlos en Las Palmas, se van disipando. Me parecen unos chicos estupendos, y Víctor me recuerda mucho a mi hijo Carlos, que además de tener su misma edad, se le parece algo físicamente.
Por la tarde, después de almorzar una buena ensalada seguida de solomillo en salsa de almendras, ocurrieron bastante cosas.
La primera es que pescamos dos dorados y se escaparon tres mas. Pepe los limpió y peló en el mismo instante de sacarlos del agua, y los congeló enseguida esperando a ser guisados al horno.
Después vinieron los incidentes con las velas : Primero, como el viento fue bajando hasta los 15 nudos, Emilio decide quitar el génova y sacar el genaker enrollable. Al principio la maniobra se fue desarrollando con normalidad, pero al intentar corregir la posición del mmolinete en el stay, (para los neófitos ; el cable que partiendo de la cima del palo mayor, lo sujeta al proa del barco. Hay otro que llaman backstay que sujeta el palo a la popa), el viento abrió de golpe la vela, que además se lió sobre si misma y no podíamos bajarla. Al final lo conseguimos introduciéndola en el pozo de velas. (es una bodega situada cerca de la proa donde se guardan las diferentes velas) Al intentar ayudar a Javier, las escotas se enredaron alrededor de mis piernas. Las cuerdas, (perdón por decir la palabra cuerda en un barco), zarandeadas por la vela debido a la fuerza del viento, me produjeron dos quemaduras. Tengo que reconocer que me asusté, pues pensé que me iban a arrastras hacia el agua. Afortunadamente todo quedó en un susto, y unas leves quemaduras que Emilio me curó con Povidona.
Bueno pues ya está, pensamos todos cuando el capitán, quitándole hierro al asunto propone que saquemos el segundo genaker. “El día no estaba con nosotros”. Nada mas habíamos conseguido izar esta segunda vela con aparente éxito, que la escota de babor (nombre dado al lado izquierdo del barco mirando hacia la proa. El lado derecho se llama estribor. Lo que lo hace mas lioso ya que a los no marineros nos suena mejor el nombre de babor para la derecha y el siniestro estribor para la izquierda.) (Esto me recuerda a aquella alumna que tuve en mis tiempos de profesor de auto-escuela, que después de estar mas de una hora intentando explicarle como se podía conducir el coche en marcha atrás, de pronto se paró y me dijo lo siguiente ; ya sé ; esto es al revés de como debe de ser pero al revés de cómo yo lo pienso.). Esta frase que en aquel momento me dejó perplejo, hasta este momento no ha empezado a tener significado para mi. “ahora ya te comprendo Magdalena”). Bueno, como os iba diciendo, la dichosa escota se soltó, Javier luchó para intentar recuperarla, cosa que consigue minutos mas tarde, pero con la mala suerte que se enreda con la vela. Menos mal que conseguimos arriarla (bajarla está prohibido decirlo en el barco) antes de que se enredara con el stay, lo que hubiera supuesto una avería mucho mayor. Definitivamente, este no es nuestro día.
De todas formas no pasa nada, ya que al rato estamos de nuevo navegando con el génova a unos 7 nudos., el tiempo es espléndido, hay pocas olas, y llega la hora de la cena. Ahí mi Pepe se luce. Nos regala el pico con una magnifica tortilla de patatas seguida de solomillo a las almendras y queso.
Paso la noche en mi banco bajo un precioso cielo lleno de estrellas, respirando la paz que ofrece este océano, cuando como este día, ronronea cariñosamente debajo de nuestro barco.
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