


11-12 Santa Lucía –tercer día.
Mi dormida en cubierta esta pasada noche no ha sido muy buena, pues ha habido muchas tormenta, y aunque gracias al toldo no me mojo, el ruido de la intensa lluvia me ha despertado varias veces. Allá a las ocho me ha despertado Emilio para decirme que se iba con Pepe al supermercado, a comprar cosa que podían hacer falta para la cena de esta noche, en la que recibimos a los tripulantes de otros barcos españoles, devolviendo la cortesía que tuvieron con nosotros.
Tenemos que quedar bien, ya que la cena que nos ofrecieron los tripulantes del Viña Mein estuvo fantástica. El barco muy lujoso con unos interiores muy cálidos y decorados con un exquisito gusto. Nosotros aportamos jamón, queso, vino tinto y melva. Esta última hizo raya, pues la mayoría no la conocía, y con lo morrones estaba exquisita. Ellos habían hecho dos estupendas ensaladas, torillas de patatas y otra de verduras. Sacaron un estupendo ribeiro y también licor de café. Además se reunieron con nosotros la tripulación del Spray, un barco con bandera americana, cuyo patrón se llama Rogér. Es catalán y vive en Miami. Es el responsable de gestionar las retransmisiones de la liga española en América. Además es “culet” como yo. Vino también un simpatiquísimo canario llamado Eugenio que ha hecho la travesía en solitario en un barco de 12 metros, y que amenizó la velada con su buen humor a la hora de contarnos sus desventuras. Terminamos sobre las 12, y algo cargaditos regresamos al barco para dormir. Bueno, regresamos; Emilio y yo, ya que Javier, Víctor y Pepe, se quedaron el bar para seguir con la fiesta. Pepe regreso pronto, pero los otros dos, no se cuando llegaron.
Esta mañana, mientras Emilio y Pepe estaban en el supermercado, le he dado un flete a la cocina ya que los dos últimos días les tocó hacerlo a los dos noctámbulos, y la verdad es que no le ponen mucho esmero. Al regresar Emilio, hemos puesto a invernar la desaladora, y después de guardar todo lo comprado, hemos cogido en dinghy (es como llaman los marineros al bote auxiliar), y nos hemos ido junto con Pepe, a la playa que hay al otro lado de la bahía. Allí nos hemos bañado, tomado el sol y almorzado una langosta cada uno. No ha sido de las mejores langostas que he comido, pero el sitio es muy agradable, con una fantástica vista sobre la bahía. ¡ah! Antes de entrar en el restaurante, nos hemos comprado en el chiringo de al lado, unas vistosas camisas típicas del lugar que hemos lucido durante el almuerzo.
Mi dormida en cubierta esta pasada noche no ha sido muy buena, pues ha habido muchas tormenta, y aunque gracias al toldo no me mojo, el ruido de la intensa lluvia me ha despertado varias veces. Allá a las ocho me ha despertado Emilio para decirme que se iba con Pepe al supermercado, a comprar cosa que podían hacer falta para la cena de esta noche, en la que recibimos a los tripulantes de otros barcos españoles, devolviendo la cortesía que tuvieron con nosotros.
Tenemos que quedar bien, ya que la cena que nos ofrecieron los tripulantes del Viña Mein estuvo fantástica. El barco muy lujoso con unos interiores muy cálidos y decorados con un exquisito gusto. Nosotros aportamos jamón, queso, vino tinto y melva. Esta última hizo raya, pues la mayoría no la conocía, y con lo morrones estaba exquisita. Ellos habían hecho dos estupendas ensaladas, torillas de patatas y otra de verduras. Sacaron un estupendo ribeiro y también licor de café. Además se reunieron con nosotros la tripulación del Spray, un barco con bandera americana, cuyo patrón se llama Rogér. Es catalán y vive en Miami. Es el responsable de gestionar las retransmisiones de la liga española en América. Además es “culet” como yo. Vino también un simpatiquísimo canario llamado Eugenio que ha hecho la travesía en solitario en un barco de 12 metros, y que amenizó la velada con su buen humor a la hora de contarnos sus desventuras. Terminamos sobre las 12, y algo cargaditos regresamos al barco para dormir. Bueno, regresamos; Emilio y yo, ya que Javier, Víctor y Pepe, se quedaron el bar para seguir con la fiesta. Pepe regreso pronto, pero los otros dos, no se cuando llegaron.
Esta mañana, mientras Emilio y Pepe estaban en el supermercado, le he dado un flete a la cocina ya que los dos últimos días les tocó hacerlo a los dos noctámbulos, y la verdad es que no le ponen mucho esmero. Al regresar Emilio, hemos puesto a invernar la desaladora, y después de guardar todo lo comprado, hemos cogido en dinghy (es como llaman los marineros al bote auxiliar), y nos hemos ido junto con Pepe, a la playa que hay al otro lado de la bahía. Allí nos hemos bañado, tomado el sol y almorzado una langosta cada uno. No ha sido de las mejores langostas que he comido, pero el sitio es muy agradable, con una fantástica vista sobre la bahía. ¡ah! Antes de entrar en el restaurante, nos hemos comprado en el chiringo de al lado, unas vistosas camisas típicas del lugar que hemos lucido durante el almuerzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario