miércoles, 9 de diciembre de 2009

DÍA DÉCIMO







DÍA DÉCIMO (01-12)

La guardia de la pasada noche, a pesar de ser movidita debido al fuerte viento y olas, la he pasado gran parte del tiempo, dormido en “mi banco”. Ya se nota el aire Caribeño y el viento es mas caliente.
Por la mañana, encontramos un pez volador muerto encima de la cubierta. Seguramente, durante la noche, al volar, chocó con la vela y cayó.
Desayunamos espléndidamente. Víctor y Javier hacen reflexiones sobre la increíble calidad de la intendencia en el barco, donde se come no solo cantidad, si no calidad y variedad.
Me ducho y aprovecho este momento para hacer la colada tirando los calzoncillos y los calcetines al suelo de la ducha lavándolos frotando con los pies. No es muy ortodoxo ni fino, pero si que es algo práctico. Esto me lleva a hacerme unas reflexiones sobre la vida en el barco y las mujeres que después expongo a mis compañeros buscando su confirmación y que igual como yo opinan que estas travesías son para hombres o para mujeres que sean capaces de vivir tal como lo hacemos nosotros. Entonces volvemos a decir que solo hombres ya que una mujer que lave su ropa en la ducha frotándola con los pies, se lave solo cada tres días, no cambie las sabanas en toda la travesía, que consienta beber a morro en la misma botella, y un largo etc de pequeñas guarrerías, pues bien ; esta mujer no nos gustaría a nosotros. La que nos gusta a nosotros nos estaría riñendo todo el tiempo y coartando la escasa libertad que tenemos en el barco. Está claro que esta última no puede venir y la otra no la queremos. O sea ; tíos solos.
Después de comer algo ligerito (pisto y jamón cocido), casi todos se echaron a dormir una siesta. Emilio que va acumulando cansancio, se tumba en un banco y se queda allí casi dos horas. El resto en sus camarotes. Yo, casualmente, no tengo sueño y me dedico a hacerle fotos a las olas.
Al final de la tarde, a Emilio se le ocurre ducharse en cubierta con agua salada, y Pepe que es un copión lo imita, acto seguido. Yo prefiero ducharme en el baño con agua sin sal.
Me estoy poniendo al sol a ratos sin la camiseta para ver si cambio mi imagen, que con este pechito y barriga tan blancos, poco tiene de navegante.
Claro está, al llegar la noche estoy reventado y me quedo dormido antes de las diez. Mi guardia con Víctor de tres a seis, me sorprende profundamente dormido, y a pesar que Emilio me despierta bruscamente, al minuto me vuelvo a dormir y no es mas que a mediados de la guardia de 3 a seis que con las voces de Pepe y Javier que me vuelvo a despertar

1 comentario:

  1. Canijo, estás muy equivocado con las reflexiones que has hecho sobre las mujeres y esta travesía. Tengo que recordarte que hace 2 años yo crucé el Atlántico con bastante peor tiempo y con todas las "incomodidades" de las que hablas y no creo que a mi esposo no le guste por ello, como tú dices, sino todo lo contrario. Hay mujeres de una vez (y lo podrás ver en las distintas navegaciones cuando tengas más experiencia)que lo mismo cocinan con pésimo tiempo, olas, chubascos y vientos (y además no se marean, ni se asustan ni montan pollos)que organizan el barco, hacen guardias y tienen a sus maridos muy contentos. O si no, preguntale al capitán. Además, el ser valiente y embarcarse en una aventura como ésta no está reñida con la limpieza, pues yo sí he cambiado mis sábanas, he lavado mi ropa y la de mi marido y por supuesto me he lavado todos los días, y no he perdido en ningún momento mi glamour (porque yo soy glamourosa). Había algunos que fueron y llegaron con los mismos calzoncillos, pero guarros los hay en todas partes, embarcados y en tierra.

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